miércoles, julio 26, 2006

Alegría

(Sucedió hace un año. Hoy estoy a punto de terminar mi especialización)

He sido aceptado en la especialización de periodismo

Hoy es un día especial. He recibido una muy buena noticia. Por fin voy a ser lo que siempre he querido ser. Lo que siempre he soñado ser. Voy a ser periodista.
Después de varios años de hacer esfuerzos varios, y de mantenerme a flote a punta de ganas y de ilusiones, hoy ya llegado el momento esperado. El que soñé tantas veces cuando estaba deprimido. El que a veces pensé que no llegaría nunca.
El jueves presenté mi examen y mi entrevista. Varios puntos de ortografía (ya saben cuanto me cuesta), de redacción, y claro, de actualidad. Me corcharon (colombianismo que no se me ocurre como traducir, pero es lo que sucede cuando te hacen una pregunta que no puedes contestar) con los nombres de los presidentes de Ecuador y Bolivia. Es que hay que ver como han cambiado estos dos países de presidente últimamente. Creo que, en cambio, redacté muy bien las noticias que me pidieron elaborar.
La entrevista fue muy agradable. El director del programa es un buen sujeto, y sobre todo es muy sincero.
Me habló de los problemas que afronta el periodismo como profesión, de lo mal pagado que suele ser, del corto tiempo en que se desarrolla la especialización y de los grandes retos que afronta el sector.
Yo, por mi parte le hable de lo importante que era la pasión en un oficio, de lo decidido que estoy a cumplir mis sueños, y de las aptitudes que tengo para enfrentarme a este reto (eso sí, senté mi protesta por la pregunta que incluía el nombre de los presidentes de los hermanos países, por considerarla una "cáscara" (trampa que se pone en un examen para hacer caer al evaluado. Lógicamente se trataba de una sutil broma en tono de protesta)
En fin. Me agradó mucho el ambiente de la universidad y su gente, y hoy el sueño se ha cumplido. Ahora empiezan los retos más grandes y desde ahora estoy pensando en como voy a ordenar mi tiempo.

Recuerdo a Joan Manuel Serrat: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar". Pues bueno, creo que estoy empezando un interesante camino, y que tengo mucho que andar. Pero también tengo mucho ánimo.

Esta es la vida, y nunca la había sentido tan fuerte como hoy.

Los sonidos del mundo

Hay músicas que aparecen donde uno menos espera

Golpeo en el piso del bus con el pie, y siento un sonido profundo y grave, que de inmediato trato de repetir con el otro pie. Pero el sonido que obtengo es diferente. Es más agudo. Es menos profundo, pero más intenso. No puedo evitar combinar los dos sonidos durante un buen rato, sin intención consciente alguna.

Y luego siento el mecanismo del vehículo estremeciéndose a medida que avanza por la ciudad. Y las voces de niños, adultos y ancianos a mi alrededor. Y los silbatos de los agentes de transito se unen a la improvisada sinfonía. (Que buena suerte que el radio no esté encendido y sintonizado en la emisora de vallenatos, como suele suceder)

El rozamiento de los vehículos contra el asfalto es tenue pero perceptible. Le pasa casi lo mismo al viento cuando es roto por la carrocería de manera contundente.

Un muchacho golpea también su zapato, pero (tal vez por tener un tipo de zapato diferente) obtiene sonidos novedosos, que se entremezclan con la composición improvisada de la que quieren apropiarse mis oídos.

Son los sonidos de la ciudad. Cuando me bajo del bus, reparo en las motocicletas y su sonido poderoso y predominante. Casi que una pieza por si misma. (Una pieza complicada, de esas que a ratos uno quisiera acallar).

La espontaneidad de los sonidos produce resultados que me toman por sorpresa. La escoba plástica con la que estriegan los pisos tiene su sonido, que convive casi siempre con el de un baldado de agua chocando contra la acera.

Los timbres de los teléfonos celulares hacen las veces de improvisados arreglos. Y a veces van acompañados de melodías tarareadas por chicos. Y de viento suave acariciando las edificaciones.

Y a lo lejos se oyen una discusión y un vallenato.

Poesía 9

Irrumpe.
Cuenta las palabras que abandoné. Y las que me esperan.
Oye las notas que perdí. Y las que creí novedosas.
Ten un poco de piedad con mis libros. Y con las manos que doblaron sus hojas. Y con el sudor que las manchó.
Has un inventario de mis periódicos viejos.
Construye un mapa de mi (vieja) camisa favorita.
Lee mis huellas en las tablas.
Vive todas mis tensiones en mi pedazo de pared.
Imagínate las figuras trasnochadas que ya olvidé.
Ignora los gritos circundantes. (Excepto los míos)
Reconstruye mis papeles rotos. Y mi lápiz partido.
(Adopta todas las ideas que para ese entonces vaguen huérfanas)
Sufre mis visiones y mis resequedades.
Lleva a todos los rincones de tu sonrisa las frases dulces que aún no se me hayan muerto.
Tropiézate con mis zapatos.
Aspira todos los sonidos que no fueron.
Y siente lástima por un futuro que se empeña en ser pasado.
Y unos argumentos que no ameritaron ser pensados.
Irrumpe.

Historias de buses

Aún voy dormido en el bus y ya estoy consumiendo historias

Uno.
La niña le dice a su madre que no la moleste. Que no la quiere oír. Que se vaya. La madre, con acento paisa (de una importante región de Colombia) indisimulable y hermoso, le dice "¿Qué estás creyendo?" "Eh ave maría, los pájaros tirándole a las escopetas. A mi me respeta, mija". (El bus va abriéndose camino, entre las avenidas). Van hablando a todo volumen "Cómo al lado de una quebrada" diría mi mamá (quién también es paisa). Madre e hija discuten intensamente, en algunos momentos con más cordialidad que en otros. Mientras los otros pasajeros (incluyéndome) no paramos de mirarlas de reojo. Yo, además, no puedo evitar sonreír ante cada frase exagerada que surge en su conversación. La señora busca mi sonrisa cómplice y no se la niego. (En el fondo, toda la humanidad es una sola familia).

Dos
En la calle 4 con Carrera 17, muy cerca a la Avenida Caracas en Bogotá hay un hueco enorme, el cual el Distrito Capital no se ha dignado reparar. Es una laguna de unos seis metros de ancho (el total de la vía) y un largo de unos ocho metros, con agua fétida y con una profundidad variable, pues hay múltiples piedras escondidas bajo el líquido café. La mayoría de los conductores eluden ese paso para evitar dañar los autobuses, lo cual es muy comprensible. Pero otros, muy abusivos, lo eluden mediante un cruce ilegal que amenaza la seguridad de los peatones. Más de una vez ha salido gente lastimada. El conductor del bus en que voy ha optado por atravesar la laguna, antes que por hacer el cruce ilegal (no le hemos alcanzado a avisar de la otra opción). Su comportamiento me parece admirable, pero atravesar ese segmento de vía es terrible. Me asusto bastante y por unos segundos se me nota el terror. A mi lado va un pelado (colombianismo por hombre joven) de mi edad, que no puede evitar sonreír, y luego de dudar por unos segundos, con una calidez única dice: "¿Usted es nervioso, cierto? Mi respuesta no se hace esperar: "Si, bastante, hermano..." Cruzamos unas palabras a raíz de ese comentario. El hombre me dice que él es exactamente lo contrario. Que casi no le teme a nada y que eso a veces atenta contra su integridad. Cuando me bajo del bus unas cuadras más adelante, no puedo evitar pensar en lo diferentes que somos las personas.

Tres
El conductor está loco. Maneja con una agresividad increíble. Acelera en situaciones peligrosas. Ha estado a punto de hacernos chocar dos veces. No espera a que las personas terminen de bajar para arrancar. Está manejando con rabia porque un colega suyo no le cedió la vía. En el espejo veo una mirada llena de odio. Una mujer que lo auxilia para recoger el dinero (parece ser su mujer) mira indiferente la locura del sujeto... Los pasajeros vamos estupefactos. Muchos se bajan antes de su destino. Yo, torpemente (según pienso ahora) me quedo en el bus hasta el final de mi recorrido. Este hombre ha puesto en riesgo nuestras vidas.

Cuatro (Hace más de un año)No estoy allí pero lo reconstruyo. Se trata de Melquisedec (Melco) el esposo de una prima y personaje muy querido en la familia. Lo admiro mucho porque me recuerda a mi padre. Él es músico, pero dada la situación económica está conduciendo un bus para mantener a su familia. Tiene varias matrículas universitarias que pagar. Es un llanero (nacido de los llanos orientales, inmensa zona de Colombia que limita con Venezuela) de esos fuertes, emprendedores y cantadores. Es amable con la gente y siempre está haciendo chistes, y ocasionalmente, entre turno y turno, dedica unos minutos a disfrutar alguna comida típica. Es un hombre bueno. De repente, estando él en la buseta, se sube un hombre que lo amenaza con una pistola y le pide que le de todo el dinero. El accede. Apenas el sujeto se baja con el producto de su atraco, Melco sale corriendo detrás de él gritando "¡ladrón, ladrón!" cumpliendo así con la actitud cívica que se espera de un hombre de sus cualidades. El sujeto gira sobre su cuerpo mientras corre y dispara. Y da en la yugular. Y mata al gran Melco. Y un par de días después estamos en el cementerio llorando a Melco. Y yo recuerdo a mi papá. Y pienso en el dolor de mis primos. Y no hay camino atrás. Adiós al Gran Melco Rey. Él era realmente un buen hombre.

Las caras de la fe

El portero de mi empresa siempre está hablando de Dios. Mi amigo Ramiro quiere curarme con el poder de Dios.

Cuando es hora de salir, y voy llegando a la puerta, todas las noches me encuentro con Antonio.

Es de estatura mediana, tiene los dientes algo deteriorados, especialmente un incisivo. Suele sonreír y brindarles tinto a las personas que están a su alcance, y entre broma y broma empieza a dar cátedra de fe.

Habla de Santo Tomás, de las obras de misericordia, de la salvación gracias a Jesús. Y luego empieza con sus versiones e ideas eclécticas.

Entonces habla de reencarnación, del progreso en niveles hasta llegar al cielo, del sufrimiento que nos purifica en la tierra, de los valores que la providencia pide tengamos, de lo privilegiado que se siente con la Verdad que conoce.

Bromeamos un rato. Es un buen tipo y es muy amable. Pensamos tan distinto, que a veces me limito a sonreír, pues rebatir sus argumentos es arar en el mar. Ante una fe tan fuerte. tan irracional, tan intensa... es muy difícil plantear ideas divergentes. Es muy difícil plantear un mundo diferente. Es un ser muy afectuoso, al que es mejor sonreírle y respetarle su mundo.

La fe tiene caras hermosas que llegan al fondo de cualquier mente. Que logran conmover sin límite. Pero tiene otras caras que nos hacen pensar con preocupación en el futuro de la democracia, de la tolerancia y del libre pensamiento. No es un asunto fácil.

Mi amigo Ramiro también es un tipo amable que siempre habla de Dios y que quiere curarme de un pequeño problema que tengo en mi pie (clavo plantar, una especie de cayo). Entonces hace oración, impone manos y sonríe. La felicidad se ve en sus ojos y arde en deseos de compartirla con los demás.

Yo por mi parte, antropocentrista consumado criado en un hogar católico, sólo puedo ver con cariño estas diferentísimas maneras de ver el mundo. Todo tiene su encanto, y al fin de cuentas, está en mi esencia el concederle un poco de razón a todas las formas de ver el mundo. (Sólo que a veces temo al radicalismo)

89. Mi hermano menor

En la vida hay personas, que cundo menos lo esperas, se han vuelto indispensables en tu vida.

Ya lo saben: No tengo un hermano menor biológico, pues solo tengo un hermano y es varios años mayor que yo. Es biólogo marino y vive en Chile. Pero, inconcientemente, me he buscado un hermano menor y ha sido muy divertido.

Se trata de mi primito Leonardo. Tiene casi 15 años de vida y un perro Cocker Spaniel. Es adicto a los videojuegos, y expresa su afecto con puñetazos en el brazo. Es caprichoso, irracional, no soporta mis clases de matemáticas y además es bastante criticón. Es decir, es todo lo que espero de un hermano menor.

Tiene una gran nobleza camuflada en su arrogancia adolescente y muchas ganas de aprender y conocer. Disfruta del teatro más que yo. Le agrada el cine, y es radical en su preferencia hacia la música clásica. Tiene algo de monstruo intelectual, y no lo puedo negar, eso me agrada.

Me da la oportunidad de seguir creciendo en la búsqueda de guiar a alguien. De pensar en alguien más, en alguien que apenas está cimentando sus expectativas.

Me gusta jugar fútbol en el Play Station con él. Es en el único juego donde no me aplasta inmisericordemente, como sucede en todas las versiones de quake, y otros juegos. Hemos afrontado intensos cotejos con marcadores estrechos. Nos divertimos gritando cuando los goles son inminentes y sufrimos cuando el perro desconecta el cable de los controles (o peor aún, se los come)

Es un perfecto cómplice para revivir en algunos ratos del fin de semana ese niño caprichoso que vive en mí. Para colmo, es bastante parecido a mí físicamente. Es el destino.

Es así, como, para efectos prácticos, ahora tengo un hermano menor.

(Lo que más me agrada es hacerlo poner rojo en sitios públicos... Es tan introvertido este jovencito. ¡No en vano ese Cocker Spaniel tiene trastorno de personalidad, Ja!)

miércoles, julio 19, 2006

El sastre liberal

Una de los pocos liberales mayores de 50 años que conozco


Vidal es un hombre amable, de maneras muy cuidadas y que hace gala de una gentileza impactante. Es delgado, de buena estatura y tiene ya bastantes canas. Es sastre. Un artista, a mi parecer. Disfruta mucho de hacer cosas innovadoras, de seguir las ideas de sus clientes, hasta el punto donde su experiencia es necesaria. De plantear sus ideas con una humildad que termina siendo contundencia.

Conoce de paños y los acaricia. Los retuerce para saber que tanto se arrugan. Distingue las calidades al instante, y sabe dar consejos sin ser impositivo. Tiene un ritmo vital muy particular.

Está perdiendo progresivamente la audición. Debe comprar unos audífonos que cuestan bastante y por eso está más juicioso que nunca. Trabajando con entrega y gusto.

Luego de recorrer varios almacenes del centro de Bogotá (donde él como buen sastre, tiene precios especiales) hemos tomado unas buenas decisiones (no lo dudo) al respecto de los materiales adecuados para la ropa que gentilmente nos va a confeccionar a mi tía y a mi.

Cuando llega el momento de almorzar (luego de acompañarnos pacientemente más de dos horas de rechazos de paños) nos sentamos a charlar despreocupadamente en el pequeño restaurante a donde ya hemos ido en el pasado. Ha llegado el momento de la tertulia, donde el sastre le sede el lugar al pensador liberal.

¿Don Raúl, como le parece la situación del país? Es la pregunta que desencadena un diálogo ameno, interesante y profundo que nos lleva al altísimo costo del agua, al despilfarro en las fuerzas militares, a la falta de oportunidades para los campesinos, a la pereza que las personas están poniendo frente al trabajo.

Hablamos de la bomba social y de nuestra insatisfacción con el gobierno actual. De nuestro temor frente a la reelección... Mi tía es gobiernista, y con su tierna sonrisa ha dejado claro que piensa que el régimen actual es el adecuado para sacar adelante al país. Vidal, con su gran diplomacia, hace una maroma para evitar una discusión sin rumbo, y de repente todos estamos de acuerdo en lo básico: No queremos que la pobreza siga creciendo y que el campo se siga debilitando.

De este agradable paseo por el centro de Bogotá, me ha quedado algo más que paños de muy buena calidad. Me han quedado inquietudes y palabras sabias de un liberal de varias décadas...

Mi tía, siempre tan tierna, sigue defendiendo al gobierno. Nos gusta charlar del tema, porque ella es muy respetuosa y tolerante. Es una pena que no todos los gobiernistas tengan esa hermosa capacidad de mi tía...

(Y así esta octogenaria tía liberal, vuelve en un taxi a casa, con su sobrino veinteañero hablando de paños, mientras el maravilloso liberal vuelve a su taller y a sus agujas)

Caminata

Un poco de sinestesia aplicada al texto

El color de los carros se está distorsionando y me huele a nuevo. Atravieso las avenidas sintiendo en mis bellos la velocidad de cada motocicleta y la relajación de cada "bici".

Vago por las aceras tratando de adivinar a que huelen las flores con solo verlas, pues mi olfato gracias a la rinitis está muy estropeado. Y me invento un olor para los colores azules, y un sonido para el perfume de las rosas.

Observo la gente que viene y va. La hierba que crece inocente entre las aceras deterioradas, las ramas de los árboles del parque que simulan ser decenas de dedos de una mano extraña.

El juego de fútbol de unos niños me roba la atención mientras disfruto de una Smirnooff Ice. Admiro la entrega que hay detrás de ese balón, pero me hastío de los sonidos de este parque.

Siento el viento en mi rostro, y observo uno que otro papel en el piso, las decenas de modelos de carros que terminan siendo lo mismo, las luces de los semáforos, los postes con su red telefónica aérea que están en todas partes. El cielo que poco a poco está borrando los cerros tutelares de Bogotá aprovechándose de las nubes.

Las señales de "Pare" me gustan por que me obligan a observar, y a no pasar indiferente. (Algún conductor quiso echarme su carro encima anteayer y yo estaba aterrado. Pero, hoy me siento tan infinito que se que no podrán matarme)

Esta ruta fría, me ha llevado al estadio El Campín. Como se ven de solitarias estas esquinas en este viernes en la tarde. ¡Pero claro! las personas están en los bares y las tiendas, charlando con sus amigos y arrebatándole a la vida una sonrisa bañada en aguardiente. ¡Como deseo una noche de estas liberarme de mi sempiterna consciencia y volar hacia donde la distorsión de los sentidos me llame!

Y la llamo a "Ella" y "Ella" me responde. Y su voz se mezcla con el olor a viernes, con el día frío y con los ecos perdidos. Y la extraño. ¡Cielos!.

Marujita

El alma de Popayán...

Cuenta las historias de los banquetes, de los hoteles, de los bailes a la orilla del mar.

De las niñas de sociedad, de los jóvenes que las cortejaban, de los chismes de la época, de los prestantes apellidos.

Cuenta las historias de "dandies", de costureros, de juegos de cartas, de salones de te.

Habla de reuniones sagradas, de jueves por la tarde, de esposas de doctores, de mujeres elegantes.

Tiene una casa magnífica, repleta de maravillosos muebles antiguos, de cortinas en telas importadas, de adornos de varios sitios del mundo.

Tiene un rosario inmenso, una cama enorme, una colección de ángeles comprados en varios sitios del mundo.

Y tiene trajes finísimos, con bordados espléndidos, abrigos hermosos, con sombreros de colores y perfumes impactantes.

Tiene como setenta años de buenas costumbres, de hábitos impecables en la mesa, de flores de todos los colores, de tapetes de las más altas calidades...

Y un corazón grande, dispuesto a compartir lo que puede dar al mundo, su riqueza espiritual y su ternura.

Hoy, después de la opulencia y la vida hotelera, quedan solo los recuerdos y la inmensidad de su espíritu. Y claro, las cientas de amigas de verdad que la llaman a diario de todas partes del mundo a reiterarle su aprecio.

Hoy está sola. No tuvo hijos. Pero todo el cariño de abuelita que tiene para dar, lo ha dejado en el corazón de cada uno de los estudiantes que hemos alquilado cuartos en su hermosa casa. Es su forma de vencer la soledad.

Marujita... Marujita... (Me recibió en su casa cuando estaba más solo que la una, y con su ternura me ayudó a levantarme)

¡Gracias!

Numerología 2

Mi prima Paola quiere ser Ingeniera Forestal

Hay personas impactantes. Mi prima Paola es una de ellas. Fuerte, valiente, independiente y responsable, esta chica de 22 años sabe en verdad lo que quiere de si misma.

Actualmente estudia Ciencias Sociales pero se quiere cambiar a Ingeniería Forestal (Si, la misma profesión de mi fallecido padre).

Así que, como de números se trata (necesita reforzar sus conocimientos en matemáticas, pues en biología está bien) pues ahí estoy yo. El eterno aficionado a enseñar, una de mis ideas favoritas para la tarde de un sábado es enseñar álgebra, aritmética o alguna de estas cosas. Me hace sentir vivo y útil.

El fin de semana pasado fue intenso. Desde factorización hasta bases de trigonometría, tuvimos una sesión de trabajo bastante intensa después de la cual ambos quedamos extenuados. Lo que me parece increíble es el ritmo y facilidad de aprendizaje de Paola. Como capta de rápido los conceptos. Cómo le gusta probar y equivocarse. Escribir y borrar. Hacer.
Sin temor alguno.

Yo, por mi parte, acostumbrado al difícil ritmo de primo adolescente, pues estoy feliz. Veo el excelente progreso de mi alumna con profunda emoción. Con muchas expectativas de verla hecha toda una Ingeniera, que eso es lo que sueña.

Como son de diferentes las cosas cuando uno mismo quiere aprender. No porque nadie lo obligue, si no por el deseo de progresar. Por la motivación propia. Por los sueños.

Ese son el tipo de actitudes que el sistema educativo debería generar en las personas. Pero como no sucede, pues las personas tienen que lograrlo por si mismas.

Si, Paola. ¡Esa es la actitud!

Numerología 1

Las matemáticas y mi primito Leonardo

Hay cosas que nunca podré comprender: Una de ellas es ¿Por qué el sistema educativo es tan impersonal? Me explico.

Tengo un primito de 14 años que ama los animales, ama la biología y quiere ser veterinario.

(Además de eso, cuenta con algunas particularidades, como que es adicto a los videojuegos, especialmente a Final Fantasy)

El año pasado, en desarrollo de su Octavo año escolar, empezó a estudiar álgebra. No se le facilita ni le gusta. Es la verdad. Pero tenía que pasar el año. Así que invertí con él (amo las matemáticas y la pedagogía) fines de semana enteros para que mejorara y lograra un nivel aceptable. Y lo estábamos logrando.

Pero apareció el sistema educativo: En su examen hizo los ejercicios bastante bien, pero cometió pequeños errores al final. Así que de nuevo sacó malas notas. Sabía más, pero esto no se veía reflejado en los resultados. A la profesora, que muy seguramente no miró el proceso de los ejercicios, le dio lo mismo que mi joven alumno (odia que le diga alumno porque dice que significa "sin luz" en latín, tal vez es cierto) hubiera progresado y estuviera dedicándole tiempo a la materia en vez de dedicarse a los perros o al playstation.

Conclusión: La profesora no se dio cuenta de todo lo que pasó, del esfuerzo, del sacrificio... y se limitó a calificarle igual que cuando no tenía idea de lo que estaba haciendo. Así, mi alumno pensó que había perdido su tiempo y se desmotivó totalmente.

Cuando el año escolar se acabó, la profesora les dejó un taller, que lógicamente le ayudé a hacer (¿le hice?) a mi primito. Con base en ese taller, que él prácticamente no entendió, ella decidió que valía la pena pasarlo al año siguiente.

Mi primo detesta cada vez las matemáticas. Nadie ha entendido que a él deberían potenciarlo en su facilidad para la biología y generar espacios para que niños como él se inspiren en lo que realmente les apasiona. Por mi parte, le regalé un libro de zoología que me parece le ha gustado mucho. Es mi forma de decir: No quiero robarte tus fines de semana enseñándote algo que odias. Sólo quería ayudarte. Ahora, sólo quiero que seas feliz...

Este año será la misma historia. Va muy atrasado en matemáticas (ya terminó Final Fantasy dos veces). Y yo no puedo sacarme de la mente que cuando él estaba aprendiendo una profesora tonta, ni siquiera se dio cuenta. No lo reconoció para darle ánimos. Para luego regalarle la materia a cambio de nada, haciéndole un daño infinito...

Pero yo se que él será un gran biólogo o veterinario. Y pronto olvidará la forma como un sistema educativo, quiso volver serrucho a un martillo.

¿Es tan difícil reconocer la pasión en un ser humano? ¿Cuantos otros niños tendrán que pasar por esto?

Poesía 8

"La guerra es muy mala escuela, no importa el disfraz que viste" Jorge Drexler (Cantante Uruguayo)

La esperanza quiere salir de entre la pólvora. Está mutilada, pero no muerta. Y tiene un adorno de tela blanca entre sus heridas. Una oración en sus labios.

En cada teja que protege a un huérfano, hay una esquirla de fe de los que ya partieron. En cada rayo de luz que se filtra por los sótanos, hay un eco irracional de las memorias agonizantes.

En ese sombrero que un arbusto defiende, duermen viejas historias. Porque hay páginas que no tienen sudor ni risas, cada ruana en un pueblo fantasma es un grito clamando por las raíces que aún no están muertas.

(Las paredes caídas son mi piel, y los ríos hechos cementerios son mi sangre)

También en el silencio que nace del terror, duerme acurrucada e inmortal, la humanidad. Con su tiple y sus versos.

¡Ah, captúrame ese beso de un abuelo que vaga sobre las minas, porque necesito seguir el camino!

(Creo que he visto una luz al otro lado del río) Jorge Drexler

Estado fallido

Algunas reflexiones sobre la situación de Colombia

La pobreza ha llegado a niveles alarmantes, mientras el gobierno no tiene más remedio que invertir en armas para defenderse y cumplir su agenda de lucha contra la guerra. Además de hambre, hay analfabetismo, e insalubridad. Los extremos sociales conviven de manera aberrante en sitios como Cartagena, donde una fracción ínfima de la población es multimillonaria, mientras la gran mayoría vive en la miseria, y le roba tierra al mar, haciendo sus viviendas rellenando manglares.

En Bogotá, muchos vivimos bien, haciéndonos los locos con la tragedia social que no está a más de 50 calles en cualquier dirección. Ni que decir de como ignoramos al resto del país. Sin embargo, yo, que nací en uno de los departamentos más pobres de la nación y que hice mi carrera en otro departamento con situación social difícil, no puedo ignorar lo que sucede. No puedo evitar que me duela en cada letra que escribo el rostro de la gente que trata de regalar a sus hijos en la carretera entre Pasto y Popayán, sólo para garantizar que los pequeños no pasarán hambre en futuro. No puedo evitar que me duelan las manos que se extienden en la carretera pidiendo monedas para poder comer.

En las calles, los mendigos me duelen. Los que piden para comer, y los que están esclavizados por traficantes de mendigos que los tienen casi secuestrados. Los niños que piden limosna y que según el "acuerdo social" no deben recibirla para que no se malacostumbren. Los que venden dulces en los buses, quien sabe si para sobrevivir ellos, o para enriquecer a algún truhán.

(A veces, tú les ofreces comida y no la aceptan, pues sus jefes les exigen dinero)

La prensa se ocupa de la catástrofe, muchas veces llegando a extremos amarillistas. Algunos días evaden el tema, pero todos sabemos que el hambre sigue allí. Así no se vea.

En el "aristocrático" parque de la 93, símbolo del poder económico y social de la ciudad, se preocupan por otros "graves problemas". Muchos sitios exclusivos se concentran en evitar que gente que no sea blanca y esté mal vestida ingrese a su exclusivo mundo. No se si mi color de piel mestizo me de para entrar a algunos sitios. Tal vez mi ropa ayude. Con migo no se han metido. Pero con mucha gente si. En esa "seguridad" gastan dinero que serviría para planes sociales.

Si. Ese es el punto. La misma gente que hoy no se sonroja al decir que la única salida es la guerra, las mismas familias que han gobernado el país por años, son las responsables de la bomba social sobre la que estamos parados. Ellos se encargaron de que la gente no tuviera salud ni educación. Y les pedían paz a cambio. Muchos no aceptaron.

Y esos muchos se fueron a la selva, y el odio (y resentimiento) que llevaban en sus entrañas se convirtió en monstruosidades. En secuestros. En narcotráfico. En crímenes ecológicos para sembrar coca. El odio y la falta de educación los malignizó.

La clase dirigente dice que hay que ganar la guerra. Hay que exterminar al enemigo. ¿Y los huérfanos? ¿Y los nuevos pobres? ¿También los van a matar? ¿Que hicieron los gobernantes por evitar que el odio tornara en monstruos a estos hombres que vagan por las selvas como espíritus del mal?

Quieren mandar a los jóvenes pobres a la guerra y lo están haciendo. Para que soldaditos rasos se maten con guerrilleritos rasos y paramilitarcitos rasos. Mientras los grandes jefes, los más monstruos de todos, gozan de las riquezas que acumulan en esta guerra que todos defienden con total convicción.

La guerra nunca fue la salida. Solo estamos generando más odio. Más allá de Uribe, más allá de las guerras de los abuelos y de los bisabuelos... ¿alguien en serio cree que acabar con la violencia es posible mientras unos se toman un whisky con lo que otros pasan un mes de su vida? ¿Acaso lo que la clase dirigente quiere es vivir en paz mientras los pobres se siguen muriendo de hambre?

Las personas de buenos sentimientos detestamos el terrorismo y la guerra. Casi tanto como al genocidio generado por la desmedida corrupción de las clases dirigentes.

Con niños traumatizados no se construye futuro. Y fumigando parques nacionales no se asegura un mundo mejor. Más allá de la mano dura del actual gobierno, y de la desmedida maldad de una guerrilla y de unos paramilitares enloquecidos y sangrientos ¿Dónde están las soluciones de fondo? ¿Alguien piensa en eso?