miércoles, agosto 09, 2006

Más allá del dinero

Las pequeñas lecciones de la vida cotidiana

-¿Cuando será que hacemos un plan que no sea solo plata? dice mi primo Leo, cuya adolescencia, no pocas veces me sacude los sesos.

-Ir a cine es chévere, y La Isla, me gustó mucho, pero es solo plata, plata y plata-dice el jovencito.

-El siguiente plan invito yo, Raúl. Nos vamos a Monserrate (el cerro tutelar de Bogotá, donde está una de las imágenes católicas más veneradas de la ciudad). Eso si llegamos hasta allá en el bus más económico que haya. Nos vamos en "cebollero" (entiéndase el peor bus posible)

-Y de tomar, llevamos agua y le echamos azúcar. Y así tenemos energía para subir (entiéndase que no usaríamos telesférico)

Mi primo se ríe, con algo de maldad. Sabe que me está poniendo a pensar. El muy cruel lo sabe. -Si, Leo, ya te entendí, esto no se trata solo de plata-pienso.

La invitación me deja muy contento. Es todo un acontecimiento. Creía que este pequeño tirano no invitaría a nadie a nada (Me ha dado un tremendo regaño porque le compré unas manillas a un hippie a un precio que se le antoja "muy alto").

El fondo del asunto es que, mi "hermanito menor" (que es así como lo siento) tiene claro que las cosas van más allá del dinero, y quiere que hagamos un plan juntos al que él me pueda invitar. Algo que no sea tan costoso como el cine (En Colombia, el cine es muy costoso).

Y la situación me agrada. Creo en una sociedad que va más allá del dinero. Claro que si. En mi niñez, el dinero en casa nunca sobró, y sin embargo siempre fuimos muy unidos.

Ahora, que tengo un trabajo (y todo eso que llamamos una vida estable) tiendo a olvidarme de verdades esenciales. Pero el destino siempre te pone un "principito" a decirte que lo esencial es invisible a los ojos. A devolverte a las raíces.

(Que lo anterior no se tome como que he dejado de pensar que mi primito es un joven psicópata en potencia, al que frecuentemente debería aplicársele un somnífero. Valga la aclaración, a la vez, de que aceptaría montar en bus "cebollero" pero nunca subir caminando a Monserrate. Todavía tengo un niño en mí, pero mi adulto sentido de conservación sigue vivo. 2700 metros sobre el nivel del mar me bastan, y no quiero subir un metro más ¡Ja ja!)

Y a veces oigo voces que se aferran con agresividad al dinero...