miércoles, julio 19, 2006

Caminata

Un poco de sinestesia aplicada al texto

El color de los carros se está distorsionando y me huele a nuevo. Atravieso las avenidas sintiendo en mis bellos la velocidad de cada motocicleta y la relajación de cada "bici".

Vago por las aceras tratando de adivinar a que huelen las flores con solo verlas, pues mi olfato gracias a la rinitis está muy estropeado. Y me invento un olor para los colores azules, y un sonido para el perfume de las rosas.

Observo la gente que viene y va. La hierba que crece inocente entre las aceras deterioradas, las ramas de los árboles del parque que simulan ser decenas de dedos de una mano extraña.

El juego de fútbol de unos niños me roba la atención mientras disfruto de una Smirnooff Ice. Admiro la entrega que hay detrás de ese balón, pero me hastío de los sonidos de este parque.

Siento el viento en mi rostro, y observo uno que otro papel en el piso, las decenas de modelos de carros que terminan siendo lo mismo, las luces de los semáforos, los postes con su red telefónica aérea que están en todas partes. El cielo que poco a poco está borrando los cerros tutelares de Bogotá aprovechándose de las nubes.

Las señales de "Pare" me gustan por que me obligan a observar, y a no pasar indiferente. (Algún conductor quiso echarme su carro encima anteayer y yo estaba aterrado. Pero, hoy me siento tan infinito que se que no podrán matarme)

Esta ruta fría, me ha llevado al estadio El Campín. Como se ven de solitarias estas esquinas en este viernes en la tarde. ¡Pero claro! las personas están en los bares y las tiendas, charlando con sus amigos y arrebatándole a la vida una sonrisa bañada en aguardiente. ¡Como deseo una noche de estas liberarme de mi sempiterna consciencia y volar hacia donde la distorsión de los sentidos me llame!

Y la llamo a "Ella" y "Ella" me responde. Y su voz se mezcla con el olor a viernes, con el día frío y con los ecos perdidos. Y la extraño. ¡Cielos!.