viernes, mayo 26, 2006

Poesía 7

Esta piel es mi hogar. Pero ya he cambiado de hogar. Y este discurso es mi manta. Y destruyo todas mis mantas. Por eso cambio mi cuello por una escalera en noches como esta. Por eso torno mis ojos en pozos.

Estas manos tienen sus ideas. Y son dueñas de algunas metáforas. Pero he vendido metáforas. Esta piel es mi mundo. Pero creo en otros mundos.

Esta imagen es mi brújula. Pero no es más que un reflejo en el que no confío. En cada bello muere un trozo de alma. Y en cada pie nace una cadena que me ata a esta carrera. Estos pies son mis principios. Pero he cambiado de principios.

Estas uñas son mi asidero. Pero más de una vez me he soltado. Las huellas son mi historia. Pero la historia depende del que la cuenta. Lo pensado a veces no se ve en las marcas sobre la tierra.

Estos labios son mi puerta. Pero he cerrado puertas antes de conocer los secretos que ocultan. Esta carne es mi presencia. Pero muchas presencias se desvanecieron ya, como para apegarme a ella. Sin embargo, es lo que tengo.

Los cuentos de mi hermano

Mi primera inspiración literaria.

Cuando mi hermano partió a estudiar a la universidad en el año de 1986, yo tenía 5 años y medio. Su ausencia fue algo muy difícil de asumir. Pero sus cartas ayudaron mucho.

Sus cartas hablaban de detectives, de científicos villanos, de loros piratas, de planetas con dos soles, de atardeceres espectaculares reflejados en un mar dorado, de seres maravillosos que habitaban mundos inimaginables y que adelantaban empresas inmensas en universos lejanos a sus hogares...

Cuando venía de vacaciones, se valía de mis juguetes para montar impresionantes funciones circenses que me hacían feliz. Fabricaba trapecios, mayas e implementos semejantes para los personajes que salían de su imaginación infinita...

¿Como olvidar tantas tardes tratando de hacer cartas que pudieran estar a la altura de esas historietas maravillosas que me enviaba cada mes sin falla? Lo intentaba con colores y no lo lograba. Lo intentaba con temperas y plumones. Y tampoco. Era siempre un reto estar a la altura del universo que tenía al frente.

Con el tiempo, fui entendiendo que no poseía la maravillosa capacidad plástica de mi hermano, pero sin duda, todo ese esmero que el puso en motivarme, fue la semilla para mi interés marcado en el arte y la comunicación.

Años después cuando empecé a jugar a hacer poesía, a eso de los 16 años, muchos de los versos que escribía tenían el color de las cartas de mi hermano y la intensidad de sus historietas. Y la calidez de sus circos a escala.

Una de las cosas que más recuerdo era su gusto por los carritos de colección Majorette. Solía organizar carreras, "rallies", lo que fuera, con tal de entretenerme. Con tal de generar en mi, ideas nuevas. Siempre The Beatles estaban de fondo. Esa era la sal del momento.

Años después empecé a seguir su ruta a través de los libros que iba dejando en casa. Sthephen Hawkings y su Historia del Tiempo, La Nueva Historia de Adán y Eva de Gunter Gräs (¿Cómo no hacerse preguntas después de este libro?), tantos libros del gran Isaac Asimov... Tantos recortes de prensa de la sección científica de El Colombiano de Medellín, que aún sigo encontrando en sus cajas, en sus cajones.

Los libros-historieta de La Historia del Hombre que el me presentó y que devoré hasta el final, y las revistas de Jack Cousteau que aún veo de reojo y que sólo observo de manera superficial, son sus huellas más descriptivas: El científico-historiador está allí. Yo por supuesto me quedo más con su faceta humanística que con la científico- técnica (que no me cabe en la cabeza)

A veces, mientras estudiaba aritmética, me quedaba mirando el modelo de barco a escala que había armado y dejado en su repisa. Luego, cuando estaba viendo trigonometría, me cambié a observar el barco pesquero a escala, que hizo en cartón recordando uno en el que había hecho un curso para capitán de barco...

Y hoy, en la distancia, mientras leo un libro de Carl Sagan que tomé de una de sus cajas, lo siento en mi alma.

Ropa

Terminando una época

Mis primas Sara y Paola están dispuestas a transformar mi ropero, y han afilado su ya de por si cortante criterio con respecto a las prendas.

Hay una camisa rosada que me encanta. Me la regalaron mis tías maternas pues saben como me gustan esos colores. Pero analizándola en detalle, ven que me queda grande (¡y yo que vivía tan contento porque no me ahorcaba!). Además no me combina con ninguna corbata (yo me la ponía con la roja, la rosada, etc.). Eliminada.

Hay una polo verde y blanca con rayas azules. Es el último regalo que me hizo mi papá. La conservo pero no me la pongo muy seguido... Pero ellas dicen que me queda muy pequeña, que se nota que es muy vieja, que el cuello está deteriorado... Eliminada.

Observan la camisa verde fosforescente que casi no uso, y que también me regalaron mis ultra conservadoras tías maternas (como me siguen la corriente con los colores ácidos). Pero ellas dicen que ese verde se ve aterrador en Bogotá. Que cada vez que me la ponga voy a torturar al que tenga resaca... Eliminada.

Se ocupan ahora de mi buzo negro... Que está muy ancho, que ese cuello tortuga anchado se ve terrible.... Que esas mangas... (Y yo que me sentía tan bien vestido, ¡increíble!) Claro: Eliminado.

(Hemos ido de compras en la tarde y ahora tengo una ropa muy chévere que mi prima Sara me ha ayudado a escoger. Es que eso de vestirse bien para mi es un tema desconocido. Pero me ha gustado lo que veo en el espejo, así que les creo cuando eliminan mi ropa vieja)

Se va mi viejo jean azul una talla mayor que la mía, que siempre logré acomodarme de alguna manera. Lo acompañan mis viejas pantalonetas en un material que según mis asesoras no se usa hace una década. Mi chaqueta china que compré hace un año me queda corta de manga (¡Soy víctima de la invasión China!) así que a alguien le quedará mejor
(¡Raulito, ni que no tuviera ropa!).

Hay bastantes cosas en buen estado. Aquí en Colombia hay mucha gente que a veces no tiene para vestirse adecuadamente. Mi tía, siempre tan piadosa, ya está pensando en los mendigos que van a la parroquia, y lo contentos que se van a sentir con esa ropa que el par de "verdugos fashion" han dado de baja de mi closet. Ella siempre está pensando en los demás...

Quieren arrebatarme mi gorra del Atlético Nacional... ¡imposible! De aquí se puede ir todo menos esa gorra verde. Veeeeeeerde. Luego de una intensa defensa, mi gorra se ha salvado de que la separen de mí. Y saber que casi no la uso... Pero es mi gorra de Nacional y me la regalaron dos primitos de 9 y 7 años. Es algo que no podré regalar nunca...

Ahora mi closet es diferente. 7 años de ropa pasada de moda se han ido para siempre. Llevan en sus fibras historias, recuerdos de personas queridas, decepciones de regalos que no llegaron, y la evidencia de un total desinterés por la moda por parte de su propietario...

Es chévere tener quien lo asesore a uno sin contemplaciones. Y quien lo apoye a uno en temas que no domina... Este rato saliendo de ropa vieja ha sido bastante intenso. Ya son las 11:30 PM de este especial sábado y es hora de dormir.

Espero que uno que otro recuerdo triste, se vaya con mis medias blancas...

Amiiigo

"porque siempre estarán en mi, esos buenos momentos que pasamos sin saber..." Enanitos Verdes.

Creo que era el año 1992. Era nuevo en el colegio Javeriano y estaba bastante asustado. En un colegio con más de mil personas no es muy fácil hacer amigos. Tenía miedo de hablar con la gente. La mayoría de mis compañeros debían tener al rededor de catorce años. Yo tenía once y medio.

En los recreos solía vagar solitario por los viejos pasillos del vetusto colegio. Miraba mosaicos de alumnos graduados, veía oficinas, salones, y mucha, mucha gente...

Entonces conocí a mi amigo. Mi hermano del alma. A una de las personas que más me ha comprendido y tolerado en mis 24 años. (También el que más se ha burlado sutilmente de mi, claro)

Alto y flaco, me vio solo jugando con un yoyo, y quiso acompañarme un rato, charlar conmigo, saber de este "ser extraño" que ahora estaba en el colegio donde el había estudiado toda su vida. Enseñarme algunos trucos con el yoyo. En medio del bullicio y el afán provocado por la campana, nos despedimos y no volvimos a charlar por meses.

Cuando pasé a noveno grado (mi segundo año en el javeriano) a través de un amigo en común (uno de los pocos que había logrado hacer, en mi muy odiada clase de VolleyBall) volví a tener cercanía con este personaje, que hasta ese día sólo referenciaba como "El del yoyo".

Algunas de sus características: Le encantaba jugar baloncesto, le gustaba la biología, nunca hacía las tareas, solía ir al colegio en sudadera (aún los días que no "se debía"), siempre llegaba tarde (a veces se quedaba afuera del colegio, a veces lograba a entrar cuando la puerta estaba ya casi asegurada, y en otras ocasiones, haciendo uso de sus buenas relaciones públicas, entraba tarde con la complicidad de la portera)

En los recreos siempre estaba jugando baloncesto. Con el tiempo, yo me volví igual (en intensidad, no en calidad) y se fue formando espontáneamente un agradable grupo de amigos bastante unidos, que terminó de adoptarme como integrante del Colegio Javeriano.

Cada día él y yo nos volvimos más amigos. Cada vez nos entendíamos más bromeando. Y cada vez hacíamos más bromas "propietarias" con otro par de amigos. Empecé a entender el humor cómo una forma de arte, como un lenguaje novedoso. Como una técnica de relajación. En últimas como un contacto con la vida misma...

Fueron tres años de bromas. Unas de más grueso calibre que otras. Siempre con juegos de palabras eternos que disfrutábamos al máximo.

Luego se terminó el colegio, y yo me fui a estudiar a Popayán. El por su parte se quedó en Pasto solucionando algunos asuntos personales. Así pasaron seis meses, hasta que él también ingresó a la Universidad (pública) del Cauca. El entró a estudiar Medicina. Yo, para esas alturas, ya llevaba un semestre de electrónica.

Con su llegada a Popayán, me pasaron varias cosas chéveres. El apoyo de un amigo lejos de casa es definitivo. Además a través de el conocí a otro de mis grandes amigos (del que he hablado algunas veces y de seguro volveré a hablar. El del episodio de El Morro)

Allí, lejos de Pasto, nuestra amistad se fortaleció durante seis años, donde nos apoyamos en momentos difíciles. Lo vi enamorarse tremendamente y sufrir varias veces por eso. Y también lo vi muy feliz. El también me apoyó cuando cometí errores graves que me hicieron perder (por un tiempo a algunas y otras definitivamente) a personas que quería. El siempre creyó en mí.

Un melómano consumado, mi amigo es la persona que conozco que más sabe de música. Tiene tantos Cassettes (si, somos de la generación del Cassette, pues no creíamos mucho en el acetato y en esa época el CD no era tan popular) con música de los noventa que simplemente me impacta. Ahora, tiene mucha música en MP3 y minidisc. Es todo un coleccionista.

Hace un par de años me fui de Popayán. Vine a Bogotá a trabajar. El lleva también un par de años trabajando (como médico) en varios pueblos del sur occidente colombiano. Estamos bastante lejos geográficamente. Pero él, aquel obsesivo que no puede evitar tender la cama a diario de manera de manera impecable, y ordenarlo todo por orden alfabético, es uno de mis mejores amigos. Mi Viejo amigo.

(Cuando nos vemos yo le digo Hola Amiiiiiigo (recordando a un amiguito de 4 años de edad que nos saludaba así) y él, igual que otro de mis grandes amigos, me saluda diciendo Hoooooola Rshaulito, en un acento muy ridículo, que sin embargo, me pone muy feliz)

Metal

Noches de ropa negra y guitarras rápidas

Recién llegado a Bogotá, no tenía mucha gente con quien hablar. Ni con quien salir a dar una vuelta. A veces el tiempo pasaba tan despacio que la imposibilidad de establecer comunicación con otras personas se me estaba volviendo un lío.

Entonces fui a dar varias veces al mundo metalero, gracias a la amable invitación de una querida prima.

Al principio, el ambiente se me antojaba hostil. Todo ese montón de muchachitos con el pelo largo, vestidos de negro, flacos, tomando cerveza en cantidades industriales, acompañados de chicas con las uñas y los labios pintados de negro... me hacían sentir como fuera de sitio...

De repente sonaba la música y todos empezaban a cabecear sincronizadamente, sacudiendo sus cabelleras mientras las manos simulaban estar tocando guitarras eléctricas. (Así descubrí que hasta para cabecear se necesita ritmo)

Los bares de Metal suelen ser sitios oscuros. Aquí en Colombia, consumen mucha Cerveza Costeña (pues es la más abundante), fuman mucho, y se la pasan de trasgresión en trasgresión.

Lo que en un principio me pareció hostil, luego me empezó a agradar progresivamente. Creo que empecé a disfrutar más de esta música cuando me fijé más en sus detalles y en el grado de la dificultad que tiene su interpretación. La oscuridad, después de dos cervezas, es lo de menos.

Por otro lado, hay varios valores de los metaleros que me agradan: Su libre-pensamiento, su vanguardismo, su escepticismo, su solidaridad y su diversidad interna. (Desde heavy metal como el de Guns´n Roses hasta cosas más pesadas como el "Brutal Death" (ese genero si no me gustó mucho, sinceramente).

La gran mayoría de los chicos y chicas que uno encuentra en esos sitios tienen entre 15 y 19 años. Luego, al parecer, empieza una desbandada. Tal vez por la sociedad que estigmatiza su "look" y los transforma.

No soy metalero, pero aprendí a disfrutar de un ambiente que no conocía y de una etapa de la vida que no viví a plenitud. Aprendí a compartir con ellos sus inquietudes existenciales, sus momentos poéticos y su particular forma de ver el mundo.

Otra lección para el camino: Conocer subculturas diferentes a la propia abre la mente, mata prejuicios y tiende puentes.

Posdata: Ir a un concierto de metaleros con jean azul y un busito rojo, parece no ser una buena idea. Mi prima se burlaba mucho de mi cuando hacía eso. Igual, en medio de ese mar de prendas negras, ser diferente también tiene sus ventajas... Ja ja!

Poesía 6

El sol va entregando su enseñanza por el asfalto, y hay aprendices precoces en su ruta.

Una voz monótona y viajera se oye lejana desde mi esquina, pero es música.

El vacío que deja la velocidad a su paso, es el hogar que puedo ofrecerle a mis amigos. Y los cielos color vainilla son mi manto.

Hoy me saldré de mí para observarme con el mismo rigor con que me baño de luna. Solo que seré un poco permisivo en memoria de mis llantos. Y de mi ausencia de metáforas.

(Todas las tensiones que recogí en el alba están regadas por la ruta, las huellas de mis visiones se confunden con las de mis pasos)

(Mis pies se doblaron por el peso de tus lágrimas sobre mi espalda y mis manos se rompieron para unirse a sus obras. Por eso ella me duele en cada región del paisaje y en todas las quemaduras de mi piel)

La brisa de la noche me acuchilla. Y tú con ella.

Una tarde en Salitre Plaza

Un rato familiar inolvidable...Los Alayón Guevara han sido como mi familia aquí en Bogotá. Son unos primos a los que quiero mucho y con los que paso momentos bastante divertidos, pues son bastante particulares...El sábado en la tarde estuvimos en un centro comercial, y lo pasamos muy bien... Mirando ropa, probando unos ricos platillos árabes y burlándonos de "La Guerra de los Mundos" (¡En verdad que nunca se usó tanta tecnología al servicio de tan pobre libreto!).Lo mejor fue ver a mi prima Sara, saltando y gritando cada vez que volaba un vehículo y los efectos de sonido lo hacían sentir a uno metido en la escena... Creo que las personas de la fila de atrás estaban algo impacientes, pero yo, no paraba de mirarla, primero aterrada y luego burlándose de si misma (¡por eso la admito tanto!)La misión central: comprar camisas y corbatas para los disfraces de persona seria que suelo usar en los días laborales. El verdadero motivo: Salir de la rutina y hacerles una atención a mis primos, que pronto partirán del edificio en que vivimos actualmente. Yo me quedaré, así que los voy a extrañar mucho (no se van tan lejos, pero, ya saben, no es lo mismo cuando uno comparte el día a día y puede subir en Pijama a compartir con la familia, que cuando toca asearse y buscar transporte)Fue un día chévere, en el que cómo de costumbre mi primo César (un año menor que yo) y mi prima Zulma (que tiene 18 años) no pararon de pelear como corresponde a dos buenos hermanos, alternando ataques sutiles y frontales que me causaron varios accesos de risa...Mi prima Sara Milena (hija) y su esposo (que tiene un look al estilo Jesucristo, con pelo largo, barba y bigote) fueron de romance eterno por los pasillos del centro comercial. Como me agrada la felicidad de los enamorados...(Mientras las chicas observan ropa para ellas, los hombres nos aburrimos un poco. En cambio cuando rostros buscamos ropa para nosotros, pues allí están las chicas, aconsejando, vetando y hasta escogiendo... "¡Que corbata más horrible!" "¡Pero Raúlito, mijo (mi hijo) por Dios!" "¡Esta te la tienes que llevar! "!Esta es indispensable en cualquier closet!" " ¡Ese buzo que tienes puesto, sinceramente...!")Nos gastamos tanto tiempo dando vueltas al Centro Comercial que no compramos las boletas de Cine a tiempo. Así que debimos esperar por una función posterior...Entre risas, amistad, y familiaridad, se fue el sábado... Sin darme cuenta embolaté un importante documento de identificación. Normalmente me pondría tenso. Pero pasé un día tan feliz, que he optado por pensar que es un mensaje del destino, acerca de algunos cambios que debo dar a mí vida.