miércoles, julio 19, 2006

El sastre liberal

Una de los pocos liberales mayores de 50 años que conozco


Vidal es un hombre amable, de maneras muy cuidadas y que hace gala de una gentileza impactante. Es delgado, de buena estatura y tiene ya bastantes canas. Es sastre. Un artista, a mi parecer. Disfruta mucho de hacer cosas innovadoras, de seguir las ideas de sus clientes, hasta el punto donde su experiencia es necesaria. De plantear sus ideas con una humildad que termina siendo contundencia.

Conoce de paños y los acaricia. Los retuerce para saber que tanto se arrugan. Distingue las calidades al instante, y sabe dar consejos sin ser impositivo. Tiene un ritmo vital muy particular.

Está perdiendo progresivamente la audición. Debe comprar unos audífonos que cuestan bastante y por eso está más juicioso que nunca. Trabajando con entrega y gusto.

Luego de recorrer varios almacenes del centro de Bogotá (donde él como buen sastre, tiene precios especiales) hemos tomado unas buenas decisiones (no lo dudo) al respecto de los materiales adecuados para la ropa que gentilmente nos va a confeccionar a mi tía y a mi.

Cuando llega el momento de almorzar (luego de acompañarnos pacientemente más de dos horas de rechazos de paños) nos sentamos a charlar despreocupadamente en el pequeño restaurante a donde ya hemos ido en el pasado. Ha llegado el momento de la tertulia, donde el sastre le sede el lugar al pensador liberal.

¿Don Raúl, como le parece la situación del país? Es la pregunta que desencadena un diálogo ameno, interesante y profundo que nos lleva al altísimo costo del agua, al despilfarro en las fuerzas militares, a la falta de oportunidades para los campesinos, a la pereza que las personas están poniendo frente al trabajo.

Hablamos de la bomba social y de nuestra insatisfacción con el gobierno actual. De nuestro temor frente a la reelección... Mi tía es gobiernista, y con su tierna sonrisa ha dejado claro que piensa que el régimen actual es el adecuado para sacar adelante al país. Vidal, con su gran diplomacia, hace una maroma para evitar una discusión sin rumbo, y de repente todos estamos de acuerdo en lo básico: No queremos que la pobreza siga creciendo y que el campo se siga debilitando.

De este agradable paseo por el centro de Bogotá, me ha quedado algo más que paños de muy buena calidad. Me han quedado inquietudes y palabras sabias de un liberal de varias décadas...

Mi tía, siempre tan tierna, sigue defendiendo al gobierno. Nos gusta charlar del tema, porque ella es muy respetuosa y tolerante. Es una pena que no todos los gobiernistas tengan esa hermosa capacidad de mi tía...

(Y así esta octogenaria tía liberal, vuelve en un taxi a casa, con su sobrino veinteañero hablando de paños, mientras el maravilloso liberal vuelve a su taller y a sus agujas)

1 Comments:

Blogger Gema said...

Hola Raúl,
podemos aprender tanto de cada persona que conocemos, hay veces que la edad puede ser un impedimento por la distancia, y otras en absoluto, lo mejor es sacar lo mejor de cada persona e intentar llevar lo que queremos aplicarnos a la práctica.
Saludines

10:12 a. m.  

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