Poesía 12
Siento un esplendor.
La fiebre no ha cedido y no hay suficientes árboles.
El dolor en mis huesos viene de la inmersión en la corriente.
Y libro una lucha para tomar aire.
Quiero descansar.
Hay fuego en mis manos y en uno de mis pies.
Mi respiración tiene un misterioso eco.
Y siento rayos que queman mis entrañas.
El viento que amo me está hiriendo.
El saber que perseguí, me golpeó en la nuca.
Y la entrega visitó mi vientre, para macerarlo.
Creí en la velocidad y la sentí extranjera.
Amé la trasgresión pero le fui infiel.
Perseguí el brillo, y lo encontré simple.
Y una palabra dura me mordió las mejillas.
Pero la carne me dice que no pare.
Mis manos se aferran a causas perdidas.
Mis ojos se entregan a letras hermanas.
El sol y sus tardes me inyectan vida.
Y recito un ¿por qué? con el aire que me queda.
Y luego amo.
La fiebre no ha cedido y no hay suficientes árboles.
El dolor en mis huesos viene de la inmersión en la corriente.
Y libro una lucha para tomar aire.
Quiero descansar.
Hay fuego en mis manos y en uno de mis pies.
Mi respiración tiene un misterioso eco.
Y siento rayos que queman mis entrañas.
El viento que amo me está hiriendo.
El saber que perseguí, me golpeó en la nuca.
Y la entrega visitó mi vientre, para macerarlo.
Creí en la velocidad y la sentí extranjera.
Amé la trasgresión pero le fui infiel.
Perseguí el brillo, y lo encontré simple.
Y una palabra dura me mordió las mejillas.
Pero la carne me dice que no pare.
Mis manos se aferran a causas perdidas.
Mis ojos se entregan a letras hermanas.
El sol y sus tardes me inyectan vida.
Y recito un ¿por qué? con el aire que me queda.
Y luego amo.
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