viernes, mayo 26, 2006

Metal

Noches de ropa negra y guitarras rápidas

Recién llegado a Bogotá, no tenía mucha gente con quien hablar. Ni con quien salir a dar una vuelta. A veces el tiempo pasaba tan despacio que la imposibilidad de establecer comunicación con otras personas se me estaba volviendo un lío.

Entonces fui a dar varias veces al mundo metalero, gracias a la amable invitación de una querida prima.

Al principio, el ambiente se me antojaba hostil. Todo ese montón de muchachitos con el pelo largo, vestidos de negro, flacos, tomando cerveza en cantidades industriales, acompañados de chicas con las uñas y los labios pintados de negro... me hacían sentir como fuera de sitio...

De repente sonaba la música y todos empezaban a cabecear sincronizadamente, sacudiendo sus cabelleras mientras las manos simulaban estar tocando guitarras eléctricas. (Así descubrí que hasta para cabecear se necesita ritmo)

Los bares de Metal suelen ser sitios oscuros. Aquí en Colombia, consumen mucha Cerveza Costeña (pues es la más abundante), fuman mucho, y se la pasan de trasgresión en trasgresión.

Lo que en un principio me pareció hostil, luego me empezó a agradar progresivamente. Creo que empecé a disfrutar más de esta música cuando me fijé más en sus detalles y en el grado de la dificultad que tiene su interpretación. La oscuridad, después de dos cervezas, es lo de menos.

Por otro lado, hay varios valores de los metaleros que me agradan: Su libre-pensamiento, su vanguardismo, su escepticismo, su solidaridad y su diversidad interna. (Desde heavy metal como el de Guns´n Roses hasta cosas más pesadas como el "Brutal Death" (ese genero si no me gustó mucho, sinceramente).

La gran mayoría de los chicos y chicas que uno encuentra en esos sitios tienen entre 15 y 19 años. Luego, al parecer, empieza una desbandada. Tal vez por la sociedad que estigmatiza su "look" y los transforma.

No soy metalero, pero aprendí a disfrutar de un ambiente que no conocía y de una etapa de la vida que no viví a plenitud. Aprendí a compartir con ellos sus inquietudes existenciales, sus momentos poéticos y su particular forma de ver el mundo.

Otra lección para el camino: Conocer subculturas diferentes a la propia abre la mente, mata prejuicios y tiende puentes.

Posdata: Ir a un concierto de metaleros con jean azul y un busito rojo, parece no ser una buena idea. Mi prima se burlaba mucho de mi cuando hacía eso. Igual, en medio de ese mar de prendas negras, ser diferente también tiene sus ventajas... Ja ja!