viernes, mayo 26, 2006

Los cuentos de mi hermano

Mi primera inspiración literaria.

Cuando mi hermano partió a estudiar a la universidad en el año de 1986, yo tenía 5 años y medio. Su ausencia fue algo muy difícil de asumir. Pero sus cartas ayudaron mucho.

Sus cartas hablaban de detectives, de científicos villanos, de loros piratas, de planetas con dos soles, de atardeceres espectaculares reflejados en un mar dorado, de seres maravillosos que habitaban mundos inimaginables y que adelantaban empresas inmensas en universos lejanos a sus hogares...

Cuando venía de vacaciones, se valía de mis juguetes para montar impresionantes funciones circenses que me hacían feliz. Fabricaba trapecios, mayas e implementos semejantes para los personajes que salían de su imaginación infinita...

¿Como olvidar tantas tardes tratando de hacer cartas que pudieran estar a la altura de esas historietas maravillosas que me enviaba cada mes sin falla? Lo intentaba con colores y no lo lograba. Lo intentaba con temperas y plumones. Y tampoco. Era siempre un reto estar a la altura del universo que tenía al frente.

Con el tiempo, fui entendiendo que no poseía la maravillosa capacidad plástica de mi hermano, pero sin duda, todo ese esmero que el puso en motivarme, fue la semilla para mi interés marcado en el arte y la comunicación.

Años después cuando empecé a jugar a hacer poesía, a eso de los 16 años, muchos de los versos que escribía tenían el color de las cartas de mi hermano y la intensidad de sus historietas. Y la calidez de sus circos a escala.

Una de las cosas que más recuerdo era su gusto por los carritos de colección Majorette. Solía organizar carreras, "rallies", lo que fuera, con tal de entretenerme. Con tal de generar en mi, ideas nuevas. Siempre The Beatles estaban de fondo. Esa era la sal del momento.

Años después empecé a seguir su ruta a través de los libros que iba dejando en casa. Sthephen Hawkings y su Historia del Tiempo, La Nueva Historia de Adán y Eva de Gunter Gräs (¿Cómo no hacerse preguntas después de este libro?), tantos libros del gran Isaac Asimov... Tantos recortes de prensa de la sección científica de El Colombiano de Medellín, que aún sigo encontrando en sus cajas, en sus cajones.

Los libros-historieta de La Historia del Hombre que el me presentó y que devoré hasta el final, y las revistas de Jack Cousteau que aún veo de reojo y que sólo observo de manera superficial, son sus huellas más descriptivas: El científico-historiador está allí. Yo por supuesto me quedo más con su faceta humanística que con la científico- técnica (que no me cabe en la cabeza)

A veces, mientras estudiaba aritmética, me quedaba mirando el modelo de barco a escala que había armado y dejado en su repisa. Luego, cuando estaba viendo trigonometría, me cambié a observar el barco pesquero a escala, que hizo en cartón recordando uno en el que había hecho un curso para capitán de barco...

Y hoy, en la distancia, mientras leo un libro de Carl Sagan que tomé de una de sus cajas, lo siento en mi alma.