martes, enero 16, 2007
viernes, enero 12, 2007
Misión cumplida
Hace ya varios días no hay nuevos posts en viejos episodios. Se ha agotado el archivo. Y esa es una gran noticia para mi, pues vovler a publicar estos textos me ha llenado de una inmensa satisfacción.
Ahora, viejos episodios no es un blog, sino un archivo que espero consultar frecuentemente, y al que haré referencia cada vez que sea necesario, pues creo que en estos post está plasmada buena parte de mi esencia.
Aquí quedan pues estos textos, con la esperanza de que alguien diferente escarbe en este archiov, y encuentre cosas que le puedan resultar interesantes. Yo, por mi parte, seguiré mi camino de publicación en el blog nuevosepisodios.blogspot.com
Ahora, viejos episodios no es un blog, sino un archivo que espero consultar frecuentemente, y al que haré referencia cada vez que sea necesario, pues creo que en estos post está plasmada buena parte de mi esencia.
Aquí quedan pues estos textos, con la esperanza de que alguien diferente escarbe en este archiov, y encuentre cosas que le puedan resultar interesantes. Yo, por mi parte, seguiré mi camino de publicación en el blog nuevosepisodios.blogspot.com
viernes, septiembre 15, 2006
Palabras
Como los pasos a los lejos. Como los ojos.
Como los niños que juegan. Como la tierra.
Como los abrazos en la noche. Como las hojas verdes.
(No pares de decir esas palabras...)
Como las flores muertas. Como los dientes.
Como las carreras de los niños. Como el miedo.
Como el frío en la espalda. Como los colibrís.
(No ocultes los secretos de tu cuerpo...)
Como la cuerda destemplada. Como la penumbra.
Como el parto gris de las nubes. Como los puentes.
Como los dedos cruzados. Como los labios.
(No dejes que escape un pensamiento...)
Como los niños que juegan. Como la tierra.
Como los abrazos en la noche. Como las hojas verdes.
(No pares de decir esas palabras...)
Como las flores muertas. Como los dientes.
Como las carreras de los niños. Como el miedo.
Como el frío en la espalda. Como los colibrís.
(No ocultes los secretos de tu cuerpo...)
Como la cuerda destemplada. Como la penumbra.
Como el parto gris de las nubes. Como los puentes.
Como los dedos cruzados. Como los labios.
(No dejes que escape un pensamiento...)
miércoles, agosto 09, 2006
Poesía 12
Siento un esplendor.
La fiebre no ha cedido y no hay suficientes árboles.
El dolor en mis huesos viene de la inmersión en la corriente.
Y libro una lucha para tomar aire.
Quiero descansar.
Hay fuego en mis manos y en uno de mis pies.
Mi respiración tiene un misterioso eco.
Y siento rayos que queman mis entrañas.
El viento que amo me está hiriendo.
El saber que perseguí, me golpeó en la nuca.
Y la entrega visitó mi vientre, para macerarlo.
Creí en la velocidad y la sentí extranjera.
Amé la trasgresión pero le fui infiel.
Perseguí el brillo, y lo encontré simple.
Y una palabra dura me mordió las mejillas.
Pero la carne me dice que no pare.
Mis manos se aferran a causas perdidas.
Mis ojos se entregan a letras hermanas.
El sol y sus tardes me inyectan vida.
Y recito un ¿por qué? con el aire que me queda.
Y luego amo.
La fiebre no ha cedido y no hay suficientes árboles.
El dolor en mis huesos viene de la inmersión en la corriente.
Y libro una lucha para tomar aire.
Quiero descansar.
Hay fuego en mis manos y en uno de mis pies.
Mi respiración tiene un misterioso eco.
Y siento rayos que queman mis entrañas.
El viento que amo me está hiriendo.
El saber que perseguí, me golpeó en la nuca.
Y la entrega visitó mi vientre, para macerarlo.
Creí en la velocidad y la sentí extranjera.
Amé la trasgresión pero le fui infiel.
Perseguí el brillo, y lo encontré simple.
Y una palabra dura me mordió las mejillas.
Pero la carne me dice que no pare.
Mis manos se aferran a causas perdidas.
Mis ojos se entregan a letras hermanas.
El sol y sus tardes me inyectan vida.
Y recito un ¿por qué? con el aire que me queda.
Y luego amo.
El reflejo
Lo que veo en la ventana, entrada la noche.
Hay un tipo joven. Parece muy seguro de sí mismo. Luce corbata y un vestido oscuro. Es el reflejo en el vidrio. Sus dientes blancos sobresalen en su conjunto. Se ve que no es muy alto. Su pelo corto muestra una obsesión por la pulcritud. Sin embargo se ve un poco agachado. Como cansado. Temeroso. Me rehuye la mirada al tiempo que yo lo hago.
En su escritorio un vaso de agua, muy grande para el volumen de agua que contiene. Más hacia el fondo, unas pastillas de vitamina C, y un suplemento vitamínico más bien sospechoso. Un par de celulares acompañan a un teléfono blanco con algunas teclas azules y grises.
Hay más de un papel en su escritorio. No debe haber poemas, pues parece de los tipos que se desahoga frente a su computadora. Parecen impresiones de hojas de cálculo.
Cuando miro a la parte superior del reflejo veo varias lámparas de neón largas y blancas adornando un techo de madera (que tal vez son las culpables del reflejo). Tras el sujeto, se ven más personas, unos de gafas, otros con gorra, todos frente a sus computadoras y con extraños aparatos sobre sus mesas. Parece que los desarman.
Atrás se ve una pared blanca de una casa que parece ser nueva.
Y observo el reflejo superpuesto sobre las luces de la calle. Sobre los reflejos de unos cuantos automóviles sobre los charcos de agua lluvia. Sobre la imagen de personas que trasiegan en la noche. Y el reflejo se me antoja metafísico. Como una presencia suprema sobre los entes de la calle.
Lo último que veo del tipo del reflejo, son unos audífonos conectados a su computadora y encajados en sus orejas. Hasta parece feliz, pienso, al tiempo que le hago un gesto de simpatía, al que el curiosamente corresponde de manera idéntica.
Hay un tipo joven. Parece muy seguro de sí mismo. Luce corbata y un vestido oscuro. Es el reflejo en el vidrio. Sus dientes blancos sobresalen en su conjunto. Se ve que no es muy alto. Su pelo corto muestra una obsesión por la pulcritud. Sin embargo se ve un poco agachado. Como cansado. Temeroso. Me rehuye la mirada al tiempo que yo lo hago.
En su escritorio un vaso de agua, muy grande para el volumen de agua que contiene. Más hacia el fondo, unas pastillas de vitamina C, y un suplemento vitamínico más bien sospechoso. Un par de celulares acompañan a un teléfono blanco con algunas teclas azules y grises.
Hay más de un papel en su escritorio. No debe haber poemas, pues parece de los tipos que se desahoga frente a su computadora. Parecen impresiones de hojas de cálculo.
Cuando miro a la parte superior del reflejo veo varias lámparas de neón largas y blancas adornando un techo de madera (que tal vez son las culpables del reflejo). Tras el sujeto, se ven más personas, unos de gafas, otros con gorra, todos frente a sus computadoras y con extraños aparatos sobre sus mesas. Parece que los desarman.
Atrás se ve una pared blanca de una casa que parece ser nueva.
Y observo el reflejo superpuesto sobre las luces de la calle. Sobre los reflejos de unos cuantos automóviles sobre los charcos de agua lluvia. Sobre la imagen de personas que trasiegan en la noche. Y el reflejo se me antoja metafísico. Como una presencia suprema sobre los entes de la calle.
Lo último que veo del tipo del reflejo, son unos audífonos conectados a su computadora y encajados en sus orejas. Hasta parece feliz, pienso, al tiempo que le hago un gesto de simpatía, al que el curiosamente corresponde de manera idéntica.