miércoles, agosto 02, 2006

Un buen rato en el carnal

Los buenos amigos son el mayor patrimonio de un ser humano.

No es usual que salga por las noches. Mucho menos un miércoles. La verdad soy muy casero, y prefiero ir a conversar a mi casa, a ver novelas y a leer prensa que quedarme dando vueltas. Claro que hay días en que hago excepciones, y claro, como no con muy comunes, me las gozo al máximo.

(De la noche bogotana me gustan los avisos luminosos, la ropa novedosa y desafiante que lleva mucha gente joven, el aire fresco que mantiene despierto a cualquiera y la alegría y vitalidad que se respira en muchos sitios, uno de ellos el Centro Andino. No me gustan las discriminaciones que se dan en estos sitios contra la gente de menos recursos, el aire de indiferencia frente al resto del mundo y el frío intenso que a veces reina)

Esta noche he quedado de encontrarme con uno de mis grandes amigos al que llamo afectuosamente "El gran gavilán". Pronto se va para Italia a continuar sus estudios en electrónica. Es un gran ingeniero, pero sobre todo una gran persona, de esas que son indispensables para vivir en armonía con el mundo. Vamos a comer "burritos" en un restaurante mexicano bastante agradable (y de buen precio, a pesar de su ubicación privilegiada). Hace ya varios días que no hemos tenido oportunidad de charlar pues el hombre está muy dedicado a sus trámites de viaje y a terminar su trabajo actual con lujo de detalles. (Además hace poco le robaron su celular, y en esta sociedad, no tener celular o cambiarlo repentinamente dificulta mucho la comunicación rápida).

Cuando llega mi amigo (He aprovechado los anteriores minutos para mirar ropa, discos y libros en algunos locales del centro andino) reparo que viene con su novia. ¡No la conocía! Me parece una mujer bastante bonita y muy elegante. Entramos al restaurante y nos encontramos con un cuarto amigo, con lo que el grupo ha quedado completado.

Mi amigo, poco a poco, se está despidiendo, y eso me tiene triste. Pero se que es lo mejor para su carrera. Además cuenta con varias ventajas. Su novia, vive actualmente en Suiza, así que para ellos, ahora verse será más fácil. Ella está feliz, por supuesto. Sabe que a su viaje a Ginebra que está prácticamente encima, seguirá el de su novio a Turín, en no más de un par de meses.

Y procedemos a comer. Y a conversar... (¡Cómo me gusta conversar y conocer gente nueva!). Hablamos de las viejas baladas de los setenta que yo escuché durante toda mi infancia, y todos se burlan. A ratos tarareo un vallenato sólo por indignarlos. Es una bonita noche.

Nos despedimos. Espero ver a mi amigo antes de que viaje. Él si que es un gavilán de alto vuelo.

(Ya mi amigo terminó su especialdiad y ahora busca trabajo en Italia. Creo que tendrá muchos éxitos)