miércoles, agosto 09, 2006

Poesía 11

Hay voces en la noche que se apropian de mi sueño y me llenan de deseos confusos y azarosos. Que me cantan y me llenan de temores (y de risas y de signos encubiertos)

Cuando trato de atrapar el sueño con mis manos y mis ojos, reconociendo la geografía de la almohada y las duchas de oscuridad, los susurros que se apropian de mi mente, hacen de mí ser un laberinto de zanjas: Soy tan contradictorio, como inmoral. Como feliz.

Mi piel puede sentir las uñas a lo lejos. Y mi cabello puede ser punto y caricia. Y mi cuerpo puede ser respuesta y muerte.

Ambiguo es mi segundo nombre. Odio los caminos sin derivaciones y amo a los vasos comunicantes. Puedo amar y odiar al cielo en un mismo verso. Trasgresión es el título de mi mapa, que fue trazado entre gritos y absoluciones. Y dictado por un agorero.

Le dedico a mi amante en el cenit los pétalos arrancados de dos rosas y las hojas empapadas de un arrayán. (Me reservo para mí las ansias del perfume que guardé en un anaquel y las manchas de tinta)

Le dedico a mi pecado, tres suspiros, dos arrepentimientos, y mis ansias de romper piel. Y mi decisión de cavar de vez en cuando.

Con las letras de mi nombre, se pueden escribir los rezos más paganos.

Y algún refrán silenciado.