martes, abril 25, 2006

Leyendas

Mira aquel hombre que siempre pide monedas para volver a casa. Siempre está borracho. Siempre es amable, cortés y respetuoso. Siempre dice la misma mentira. Y cada noche le vuelves a dar la moneda...

Mira la discusión de sordomudos del instituto de la esquina. Siente en cada movimiento veloz de esas manos estupendas la emoción del momento. Vive la intensidad de ser el espía de una conversación sin sonido...

Escucha la conversación que te plantea el indigente bueno. Quiere ganarse la limosna haciéndote reír. Está andrajoso y sucio, pero su alma está intacta. Sólo quiere un poco de complicidad de un sujeto de corbata. Una prueba de un mundo diferente...

Siente la alegría en la actitud de la chica de la tienda de teléfonos celulares. No está pensando en su vitrina ni en le dinero. Ni siquiera está pensando en el cliente. Su mirada de seis de la tarde está vagando por el infinito de la ciudad buscando su respuesta de carne y hueso...

Percibe el placer de las parejas que entran a los moteles. Borrachas de amor y deseo. Ávidas de pasión. Sin ningún interés por el camino ni los tropiezos... con todo el universo concentrado en sus entrañas...

Vive la fe de la mujer que reparte folletos religiosos. En su mirada se ve el paraíso terrenal. El manantial y la pradera están en su tacto. Hay una carga eléctrica en este pequeño pasquín que habla de Jehová.

Entra por el callejón oscuro donde hay bares y música de nostalgia y desengaño... Mira en el brillo de la botella todas las tristezas condensadas. Siente en el lamento de la guitarra toda la soledad imaginable...

Se la sombra que le da un beso a la anciana que está solitaria recogiendo basura en esta ruta de fantasmas que aunque parezca increíble todavía se aferran a la realidad. (¡Como admiro a ese hombre-sombra!)

Estremécete con la botella de bóxer que ese chico lleva aferrada a su cuerpo y que cada cierto tiempo acerca a su nariz para calmar el hambre. Y recuerda a aquel hombre que se metió a las alcantarillas a rescatarlos del infierno, y que trata de mantener su obra vendiendo galletitas en las oficinas...

Sufre con el drogadicto al que anteayer le diste una moneda, y que hoy te grita procacidades por que no le das otra. Y respira alegremente frente al indigente que parte un poco de su comida para alimentar al perrito que valientemente lo acompaña.

Mira la sonrisa de esos jóvenes policías de menos de 20 años que hablan de muchachas mientras esperan pacientemente que lío tendrán que revólver en esta noche infinita. Y que no tienen la certeza de estar vivos en un mañana.

Piensa en lo maravilloso de esta gente que, como diría Oscar Wilde, ve las estrellas aún desde las cloacas. Y en el espectador mudo que hace de cronista casual de estos acontecimientos...

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hermoso recorrido por los detalles con que nos obsequia la cotidianidad de las almas que nos circundan.

Lástima que a diferencia de ti, todos ellos se perdieron del espectáculo que los demás ofrecían por estar inmersos en su propio mundo. Yo hago parte de esa ceguera.

9:47 p. m.  
Blogger Gema said...

Hola Raúl,
hay que irse fijando en esos pequeños detalles que nos muestra tan de cerca la vida, en las gracias que tenemos que dar por quienes somos con las cosas que tenemos a nuestro alcance en este mundo tan injustamente repartido en mil aspectos.
Besos

9:11 a. m.  
Blogger Leodegundia said...

De nuevo te luces describiendo lo que te rodea, la verdad es que eres una persona que vive el momento con gran intensidad.
Un abrazo

10:53 a. m.  
Blogger Gema said...

Hola Raúl,
un post muy bueno, la verdad que son esas pequeñas insignificancias, las que debemos recordar cada día y dar gracia por lo que somos y lo que tenemos a nuestro alcance.
Besos

11:04 a. m.  
Blogger Gema said...

Perdona mi despiste,
me sonaba haberlo leído días atrás, voy comento y veo mi gran despiste en acción que lo había ocmentado días atrás y te había puesto algo bastante parecido.
Cachis, perdona mi despiste

11:06 a. m.  

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