viernes, enero 06, 2006

Ideas liberales

Mi forma de entender la política y la democracia...

Creo que la democracia participativa es tan importante como la representativa. Por tanto, es tan importante la expresión de ideas a título personal, como a través de partidos organizados, que permitan canalizar de la mejor manera posible el sentir de la población.

Creo que el debate democrático debe ser fuerte e intenso. La contraposición de ideas es indispensable para un sano ejercicio de la libertad. En unas elecciones deben ponerse en juego planteamientos de fondo que en verdad diferencien las cosmovisiones de los candidatos.

Las jornadas electorales, que frecuentemente manejan ánimos más semejantes a los de los partidos de fútbol que a los de los debates académicos, deben ser tomadas en serio. Con alegría, si, pero sin fanatismos ni pasiones irracionales.

El partido que triunfa debe estar dispuesto a aceptar (y acoger) críticas, pero debe ejecutar su gobierno de acuerdo a la plataforma ideológica de sus integrantes y a la propuesta que resultó ganadora.

La posición que considero más sana para la oposición es la defensa de sus ideas, pero en continua colaboración con la gobierno para la ejecución de las políticas, así estas no sean las que planteó. Esto, siempre y cuando, se trate de un régimen legítimo y legal. Para dilucidar lo anterior, se requiere mucha grandeza y objetividad por parte de los líderes de los partidos.

En ningún caso la colaboración con un régimen ilegal, absolutista o totalitario podrá considerarse democrática. En ese momento es necesario apartarse y dejar la colaboración constructiva que se ha planteado para la interacción entre entes democráticos legítimos.

Lo anterior, pensando un poco, en la importancia del "Delito Político" en una democracia. El sistema gobernante puede saltarse las reglas. Es una posibilidad. Y en ese caso amarrar a los ciudadanos con unas reglas (positivas en determinadas circunstancias) absolutistas, puede desembocar no en la protección de un sano estado de derecho, sino en la de una dictadura.

Entre partidos democráticos, dispersos en el espectro ideológico, aceptar que el otro ganó es una obligación. Criticar y colaborar, son verbos claves. Ante una dictadura, todos esos procedimientos, lastimosamente, se hacen añicos.

La paz, debe ser la prioridad, no hay duda. Pero cerrar las puertas al cambio, y blindar el status quo, es un error. Es como creer en el fin de la historia.