lunes, diciembre 12, 2005

Todos íbamos a ser próceres

"Nunca desprecié una causa perdida. Nunca negaré que son mis favoritas" Héroes del Silencio (Flor de Loto)

Eran tiempos de asambleas estudiantiles. De cese de actividades para presionar a las directivas de la universidad. De marchas por las calles, no siempre con final pacífico. De homenajes a compañeros caídos hace 20 años. De evocación inconciente del Mayo del 68 parisino. De compañeros con ideas comunistas, socialistas, Trotskistas... ¿neoliberales?

En nuestra facultad queríamos algo diferente. Algo más que ser niños rebeldes exigiendo un montón de cosas, por más que fueran justas. Queríamos ser propositivos. Ser líderes. Motores de cambio. Generadores de ideas. En otras palabras: Queríamos ir más allá de las reacciones apasionadas, que con el tiempo se vuelven un recuerdo romántico, de algo que no desembocó en nada. Así apareció nuestro Consejo Estudiantil.

El deseo: Generar transformaciones sostenibles en nuestro entorno, que incidieran de manera positiva en la calidad de vida de los estudiantes. Conocer el pensamiento de los cientos de personas que integraban nuestra facultad. Ejecutar actividades que hicieran de nosotros seres más integrales, más analíticos, y más felices.

En las asambleas generales mucha gente no lo entendió así. "Derechistas", nos llamaban, a pesar de que éramos (¿y somos?) tan izquierdistas como se puede ser. Sólo queríamos canalizar de una manera benéfica toda nuestra inconformidad. "Pequeños Burgueses" nos gritaban, sin lograr desanimarnos, sin hacernos abandonar nuestras propuestas e ideas.

¡Había tanta pasión en esas asambleas de 2000 personas, que querían decidir el rumbo de las 11000 que estudiaban en la universidad, y hasta de todo el planeta Tierra! ¡Tanta energía! ¡Tanta entrega! ¿Tanta pasión! Todos, desde nuestra óptica...

Éramos unos niños jugando a ser próceres. Muchos desde ideas neoliberales, otros desde ideas comunistas, otros más con pensamiento conservador, otros con pensamiento cívico... Un mundo a escala.

Pero allí también se metía el mundo real, los intereses políticos, las vanidades, las ansias de poder. Algo así como en "El señor de las Moscas".

Supongo que hoy todos hemos tomado nuestro rumbo en el mundo. Con todas las dificultades, contradicciones y alegrías que eso implica. Yo, claro, no puedo olvidar ese episodio colectivo, en el que invertí varios años de mi vida.

Se que nuestro Consejo Estudiantil, fue un acto de rebeldía bastante atípico. Por eso lo recuerdo con cariño y orgullo.

*Recordando a la gran Gabriela Mistral.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Es curiosa la forma en que después muchos estudiantes cuando toman contacto con la vida laboral cambian de forma de pensar y toman rumbos diferentes.
Pero de todas formas el recuerdo queda siempre.
Un saludoo

7:04 a. m.  

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