martes, diciembre 27, 2005

En la cancha

Mi extraña relación con el Fútbol

Recuerdo a Remberto, mi profesor de fútbol, de pie al lado de la cancha del javerianito dando algunas indicaciones a sus alumnos. Lo hacía con mucho respeto, pero con la mayor intensidad y pasión. El no podía abstraerse de la cancha.

Negro, alto, gentil, educado, responsable, sereno. Así era Remberto. Con una paciencia infinita para con los alumnos que tenían dificultades con el manejo del balón. Para con los alumnos que estábamos allí más porque el pensum nos obligaba que porque quisiéramos jugar.

Yo era especialmente mal futbolista (Ahora, peor). Por eso, sufría un alza de tensión cuando pisaba la cancha. Deseaba que me tragara la tierra. Todos los miedos del mundo se concentraban en mi ser, cuando estaba frente al balón. Me temblaban las piernas.

Pero él siempre me motivaba. Sabía que me gustaba ver el fútbol por televisión y me pedía mis opiniones sobre lo que pasaba en el torneo. Me hablaba de las ideas de Maturana, de los comentarios del Profesor Vélez. De sus opiniones personales. Trataba de hacer que algún rato de mi estadía en la clase fuera placentero. Hasta me llamaba pensador.

Nunca entendí por que no todos los otros profesores eran así con mis compañeros que tenían dificultades en otras áreas de formación. Por qué se negaban a dar aprecio y ánimo, en vez de exigir hasta la frustración.

Él sabía que yo no sería futbolista. Sólo un ferviente hincha del Atlético Nacional. Y aún así, logró que su clase me resultara inolvidable.

Él era un maestro.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

A mi no me gusta el fútbol, pero reconozco que tu profesor hacía una buena labor.
Un saludo

12:28 p. m.  

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