lunes, diciembre 12, 2005

El guitarrista de Maryland

Acerca de todo lo que se puede aprender en la mesa

Ya debe tener unos 65 años. Conversa perfectamente en español, pero la musicalidad de su charla es totalmente estadounidense. Es un hombre fuerte, cuya ascendencia italiana salta a la vista en sus rasgos faciales. Tiene un "look" como el de Doc Brown, de Back to the Future.

Nos conocimos hace unos cinco años. Tomábamos cuartos en alquiler en la misma casa. Como la mayoría en la residencia éramos estudiantes, solíamos llamarlo "El profesor"

Él es lo que llaman un roble. Un hombre fuerte, cómo al estilo Hemingway, de esos a los que uno no duda en creerles todas las aventuras que narran. Es como si su impactante presencia hablara sola.

Después del almuerzo o la cena, solíamos charlar durante media hora (a veces más) en las que él contaba sus historias: Sus viajes con la US Navy al Japón, a Filipinas, a Corea. La vida en los barcos. Las bondades de ser músico en la vida del ejército. Sus múltiples enamoradas en Oriente. Su japonesa. Sus estudios de guitarrista clásico en España. Su loco y precoz amor a los carros a finales de los cincuentas... Y claro, su entregado amor a la vallecaucana que lo acompaña desde hace años en su camino por la vida.

Pero lo mejor, eran sus horas de práctica con la Guitarra. Dos maravillosas horas entre las 8 y las 10 de la noche, en que sus afortunados vecinos teníamos concierto de guitarra clásica sin pagar un centavo. Bach estaba vivo en su cuarto.

Dentro de mis desordenadas pertenencias, cuento con la partitura de When I am sixty four (de Los Beatles) que me regaló un día.

Recuerdo que cada vez que la universidad quería imponerle sus reglas, él decía "Los artistas somos otra cosa, no nos pueden tratar como si fuéramos hombres del común, somos libres". Y sonreía.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

:-)))) Desde luego hay personas que son especiales y el que se cruza con ellas nunca las puede olvidar.
Un saludo

6:55 a. m.  

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