Un día en Bogotá
Detalles aparentemente secundarios de una ciudad
Me gusta ver las formas que los conjuntos de hojas toman en el piso, cuando el viento sopla suavemente en un parque bogotano. El parque de San Luis, en mi caso.
Me gustan las noches de luna brillante, observando una cancha vacía, con los reflejos de las lámparas buscando mi rostro.
Me gustan las tardes de lluvia potente e inquisidora, que deja los cielos pintados de un gris nostálgico.
Disfruto del río de rostros, de las mil historias que confluyen en una esquina, del cerro que se ve a lo lejos.
Todo un paisaje que se reconstruye para mí, día tras día. Para que yo descubra sus pormenores.
Me gusta ver las formas que los conjuntos de hojas toman en el piso, cuando el viento sopla suavemente en un parque bogotano. El parque de San Luis, en mi caso.
Me gustan las noches de luna brillante, observando una cancha vacía, con los reflejos de las lámparas buscando mi rostro.
Me gustan las tardes de lluvia potente e inquisidora, que deja los cielos pintados de un gris nostálgico.
Disfruto del río de rostros, de las mil historias que confluyen en una esquina, del cerro que se ve a lo lejos.
Todo un paisaje que se reconstruye para mí, día tras día. Para que yo descubra sus pormenores.
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