viernes, octubre 07, 2005

Días de baloncesto

Hubo un tiempo en que la maravillosa amistad no me dejaba tiempo para pensar demasiado...

Éramos unos quince amigos. Nos gustaba salir a jugar baloncesto en los recreos del colegio, sin pensar demasiado. Algunos no éramos muy talentosos, pero era divertido abstraerse del mundo, en virtud de un balón, que a veces era tan mezquino...

Antes de ellos (y ellas, que eran mayoría), yo tenía una idea más bien abstracta de la amistad, y sufría una adicción a evadir los descansos en la biblioteca, leyendo revistas de política (¡Que adicción!).

Después de ellos entendí la cara más amable del mundo: la solidaridad, la calidad de las bromas (también la ironía y el sarcasmo, para ser sincero), la frescura y la lealtad. En medio de los juegos de baloncesto se pueden aprender tantas cosas maravillosas...

Nunca detallé tanto el cielo como en esos días. Nunca más di tantas vueltas mirando al cielo. Cazar rebotes bajo el aro, es todo un reto cundo tienes compañeros enormes y mayores que tú, y amigas en la selección del colegio...

Hoy rindo honores a mis compañeros de baloncesto. Amigos de verdad, que sabían alejarme de la tristeza y presentarme a diario la felicidad.